Difunde1CompartirEL OBSERVADOR INTERNO (12 Pasos de un Caminante) En el espejo de la vida, Unar buscaba reflejos que le sonrieran o fruncieran …
Unar, un hombre de mirada profunda y cabellos plateados, habitaba en el rincón más alejado del pueblo. Su pequeña cabaña, rodeada de árboles centenarios, parecía guardar secretos ancestrales. Los lugareños decían que Unar tenía el don de ver más allá de lo evidente, de leer las huellas del viento y los susurros de las hojas.
Un día, un joven desesperado llamado Elian llegó a su puerta. Sus ojos reflejaban la tormenta interior que lo consumía. “¿Cómo puedo encontrar la paz?”, preguntó Elian. Unar sonrió y le ofreció un asiento en la vieja mecedora.
“La clave para evitar la frustración”, comenzó Unar, “es vivir sin expectativas, pero con perspectiva”. Elian frunció el ceño, esperando una respuesta más concreta. Pero Unar continuó: “Imagina que eres un árbol. Las raíces, profundas y ancladas en la tierra, te conectan con la realidad. Las ramas, flexibles y abiertas al cielo, te permiten ver más allá”.