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EL BOSQUE DE UNAR

Unar, un hombre de mirada profunda y cabellos plateados, habitaba en el rincón más alejado del pueblo. Su pequeña cabaña, rodeada de árboles centenarios, parecía guardar secretos ancestrales. Los lugareños decían que Unar tenía el don de ver más allá de lo evidente, de leer las huellas del viento y los susurros de las hojas.

Un día, un joven desesperado llamado Elian llegó a su puerta. Sus ojos reflejaban la tormenta interior que lo consumía. “¿Cómo puedo encontrar la paz?”, preguntó Elian. Unar sonrió y le ofreció un asiento en la vieja mecedora.

“La clave para evitar la frustración”, comenzó Unar, “es vivir sin expectativas, pero con perspectiva”. Elian frunció el ceño, esperando una respuesta más concreta. Pero Unar continuó: “Imagina que eres un árbol. Las raíces, profundas y ancladas en la tierra, te conectan con la realidad. Las ramas, flexibles y abiertas al cielo, te permiten ver más allá”.

 

EL BOSQUE DE UNAR

Elian no entendía del todo, pero escuchaba atentamente. “Las expectativas son como las hojas”, continuó Unar. “Nacen, crecen y caen. Algunas son verdes y llenas de vida, otras se marchitan y se desprenden. Pero la perspectiva es como el tronco: sólida, resistente. No importa cuántas hojas pierdas, mientras tengas raíces fuertes y una visión clara”.

Elian asintió lentamente. “Pero, ¿cómo se logra eso?”, preguntó. Unar se levantó y señaló hacia el bosque. “Observa”, dijo. “Cada árbol tiene su historia. Algunos han sobrevivido a tormentas, otros han crecido torcidos pero fuertes. Aprende de ellos. Vive el presente, pero nunca olvides tus raíces ni pierdas de vista el horizonte”.

Elian se quedó en silencio, procesando las palabras de Unar. Al salir de la cabaña, miró el bosque con nuevos ojos. La clave para evitar la frustración estaba allí, entre los árboles, en la danza eterna entre expectativas y perspectiva.

Desde entonces, Elian visitaba a Unar regularmente. Aprendió a vivir sin ataduras, a abrazar la incertidumbre y a encontrar belleza en cada hoja que caía. Y cuando la tormenta arreciaba, recordaba las palabras de Unar: “No temas a la frustración, joven amigo. Sigue creciendo, como los árboles, con raíces profundas y mirando a tu interior.

Nurchy Barri

21/04/24

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