Tengo esto en mí misma,
este talento, esta capacidad;
por tantas carencias, ausencias…
por tanto no, tantísima nada.
Aprendí a extraer la esencia,
a sacar valor de la indiferencia,
a quedarme siempre con algo,
a sentir desde unas migajas.
La niña que no tenía nada;
en su corazón todo lo podía,
lo aparente no me engañaba;
sostenida en un amor que intuía.
Hoy agradezco aquella intuición;
mi intuición, aquel juego de niña,
y jugaba viendo amor y arte
aún donde no lo había…
Si otros no me querían,
imaginarios amigos lo hacían,
imaginaba otro mundo,
y era allí donde yo vivía.
Toda esta vida ilusoria,
llueve sus frutos de amor,
es este mi sistema de vida,
extraigo lo mejor de lo peor.
Sigo siendo aquella niña,
la niña que el dolor cambiaba,
que imaginaba y transformaba
y la arena se convertía en oro.
La niña…
Que las ausencias transmutaba.