Galileo Galilei, físico, astrónomo, astrólogo y filósofo del siglo XVI dijo que el universo no puede ser leído hasta que no aprendamos el lenguaje en el que está escrito y nos familiaricemos con éste.
El universo está escrito en lenguaje matemático y las letras de las palabras son círculos, triángulos, figuras geométricas, sin las cuales no es posible comprender ni una sola palabra.
La concepción de que vivimos en La Matrix, una realidad virtual de naturaleza holográfica que parece haber estado corriendo durante siglos en un eterno retorno, plagado de anomalías, no sólo ha sido respaldada de múltiples formas y maneras por el pensamiento de los filósofos y visionarios a lo largo de la historia, sino que está respaldada por la más moderna visión científica.
Un artículo aparecido en el New Scientist en 2009 hablaba de que el detector de ondas gravitatorias GEO600 captaba un «ruido» extraño, que ha sido explicado por Graig Hogan, director del Centro de Astrofísica del Centro Fermilab, como posiblemente resultado de que vivimos exactamente en una clase de universo holográfico. Hay muchos estudios e investigaciones científicas que avalan esta visión.
Puede costarnos un poco aceptar la idea de que todo lo que hacemos, todo lo que vemos y todo lo que experimentamos no sea tan «real» como creemos que es, sino resultado de interferencias vibratorias que nuestro cerebro decodifica para «comprender» y manejar este mundo de experiencias.
Como en la trilogía The Matrix, el universo parece estar escrito en códigos matemáticos, códigos binarios o trinarios, que una parte de nuestro cerebro, dedicada en exclusiva a esta tarea, traduce como «una mesa», «una silla», «un campo lleno de flores» o «un hombre» y parece que toda esta actividad de «decodificación» reside en el lado izquierdo del cerebro.
¿Cómo sería pues experimentar la realidad con ese lado «desconectado» de nuestra experiencia?
¿Cómo sería vivir un día entero sólo con nuestro lado derecho del cerebro en actividad o como motor básico de nuestra experiencia?
La Dra. Jill Bolte Taylor es profesora de neuroanatomía de la Universidad de Harvard.
En este video, describe su experiencia durante el derrame cerebral que sufrió en 1996 que afectó al lado izquierdo de su cerebro.
Se trata de una experiencia extraordinaria, sobre todo porque ella fue capaz de darse de cómo ocurría y es capaz de describirlo con gran detalle.
Además, le permitió experimentar una sensación similar a la que algunos místicos describen como el estado de nirvana, satori, o iluminación, pero podría también describirse como el estado de Yo Soy o el encuentro con el Ser.
Si esta realidad, como parece claro que es, es sólo la pantalla que vemos como resultado de un mar de vibraciones, códigos de interferencia en el substrato meta-físico (más allá de lo físico), podemos estar a un paso de comprender que toda nuestra ACCIÓN CONSCIENTE debe tener como objetivo ese substrato metafísico, que es donde se «cocina» esto que llamamos REALIDAD.
No vale la pena hacer jirones la pantalla de cine cuando no te gusta la película; no sirve de nada tirar tu aparato de televisor por la ventana cuando lo que ves te toca las narices.
Te sacudirás parte de tu agresividad, pero no conseguirás cambiar «la realidad».
Los que proyectan desde el estudio ese programa que odias (¿una Guerra en Irán?) o el que produce esa película de cine (¿crisis económica?) ya se encargaron de crear en su día su obra para proyectarla desde el principio hasta el final, y está sujeta, por desgracia, a pocos o ningún cambio que puedas introducir en ellas.
La clave, por lo tanto, está en CREAR TU PROPIA PRODUCCIÓN (aunque tú creas que es de «bajo» presupuesto).
La clave está en montar tu propio estudio de difusión de tu propia realidad; rodearte de tu propio equipo; crear tu propia emisión para transformar el mundo de Matrix; la clave, para cambiar lo manifestado en la Matrix está en dejar de consumir los productos de la creatividad (a menudo, retorcida) de otros.
Todo está contenido en todo y hacer cosas «insignificantes» puede producir un efecto espectacular en el mundo que te rodea.
Vayamos al corazón de las cosas, al núcleo donde las cosas se hacen y se cambian, para hacer el trabajo de creación que tenemos asignado y en el ínterin, no participemos con nuestras emociones y reacciones en las producciones de quien conoce como funciona esto desde hace eones y se ha aprovechado de nuestra ceguera.
Fuente: https://bibliotecapleyades.net/ciencia/ciencia_holouniverse08.htm
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