He regresado llena de ti,
de tus ojos, de tus carencias;
todavía llevo en mis manos el calor de las tuyas,
y tu rostro me persigue suplicándome un recuerdo;
para sentir que sigues vivo lejos de tus fronteras.
Tus ojos dibujan tu corazón,
grande, hermoso y sensible,
tu sencillez armoniza tu inteligencia.
Han silenciado tu voz, mas no tu mirada,
que expresa tu sonora grandeza.
Eres un inmenso mar de amor y de tristeza,
de una tristeza que despierta mi memoria,
de un amor que es la certeza de tu espíritu;
libre y travieso aunque vivas entre rejas.
Por tus calles corre el sentimiento
y aunque en silencio tu voz,
tu mirada sonora clama libertad.
Jamás olvidaré el calor de tus manos suplicantes,
las que tantas veces estreché percibiendo tu ansiedad,
en el sudor amargo de unos dedos que sufrían mi partida.
Cuando llegue tu libertad completa;
nunca perderás la sencillez de tu alma,
ni la libertad que expresas cuando cantas,
ni la libertad que cuando amas entregas.
Nurchy Barri
-Retorno de Santiago de Cuba-
-1992-